domingo, 19 de octubre de 2008

Un rostro inconfundiblemente Misterioso

UN ANGEL DE ARRABAL
(Marlene Dietrich)


Fué el de Marlene Dietrich uno de los rostros más sensualmente enigmáticos de la historia del cine. Cuando el director Josef Von Sternberg buscaba, mediante fotografías, a la protagonista para “El ángel Azul”, exclamó al verla: “Hermoso trasero, pero necesita un rostro”, al conocerla personalmente, corrigió: “¡es el rostro que buscaba!”.

En ese mismo año (1930), Marlene estrenaba en Berlín “Johnny”, del pianista y letrista Friedrich Hollaender. Era una canción lenta, acaramelada, pero su temática delataba la típica sensualidad del tango a la europea.

Así lo comprendió Marlene mucho después, cuando lo entonó en 1954, en el Café París, de Londres, mientras a sus espaldas la orquesta de George Smith machacaba precisamente un ritmo de tango. Y como tango, la actríz –cantante lo grabó siete años más tarde, secundada por Burt Bacharach, y haciendo un derroche de sex-appeal capaz de descongelar al alemán más inconmovible.

Todavía hoy, cuando volvemos a escucharlo, la sensualidad de la Dietrich amenaza desbordar el surco del disco con aquellos versos que –según hemos traducido- dicen: “Johnny,/ cumplilos muy felíz;/ ¡que fiesta te darás/ juntito a mí!/ Johnny,/ las cuatro y media dan/ y temo que me voy/ a retrasar./ Johnny,/ la noche es de los dos,/ yo misma voy a ser/ mi obsequio para vos.../ Johnny,/ ¿por qué los cumplirás/ un día de algún mes/ y nada más?...”.

Esta mujer, que pasó fugazmente por el tango, nació el 27 de diciembre de 1901 (¿o de 1898?) y falleció el 6 de mayo de 1992. Demostró poseer, además de un “hermoso trasero”, un rostro inconfundiblemente misterioso. Las dos apreciaciones de Sternberg –erotismo y talento- se funden a la perfección en su versión de “Johnny”.


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