(Enrique Mario Francini)
El hecho de que, desde 1958, haya sido primer violín de fila de la Filarmónica de Buenos Aires no quita que haya sido uno de los tangueros más auténticos. Es más, el caso de ENRIQUE MARIO FRANCINI se ha dado en otros músicos que supieron conjugar la música porteña con la clásica, desde Juan José Castro y los Bolognini hasta José Bragato y Fernando Suárez Paz.
Nacido el 14 de enero de 1916, luego de pasar por algunas orquestas como las de Juan Elhert y Argentino Galván, Francini integró la inolvidable y fundamental típica de Miguel Caló, semillero de virtuosos que a su tiempo, formarían sus propias agrupaciones de reconocida trascendencia. Entre ellos, Armando Pontier, con el que codirigió su primera orquesta, un conjunto de avanzada para la época que deleitó los oidos porteños durante una década.
Integrante de típicas evolucionistas, como lo fueron las de Galván y Caló, Francini podría estar al margen del movimiento de vanguardia. Así, en 1955, el OCTETO BUENOS AIRES que conducía Astor Piazzolla, lo contó entre sus instrumentistas. Posteriormente integró otras formaciones de indiscutible calidad, el septimino LOS ASTROS DEL TANGO –dirigido por Galván-, la orquesta LOS VIOLINES DE ORO DEL TANGO y el QUINTETO REAL.
Compuso sus tangos, valses y milongas –no pocos de ellos ya clásicos- “sólo con yuntas de lujo”, según sus propias palabras: Homero Expósito (“Oyeme”, “Azabache”, “Pedacito de Cielo”, “Ese muchacho Troilo”), Julián Centeya: (“Lluvia de Abril”, “La ví Llegar”), José Bahr: (“Mañana iré Temprano”) y entre los instrumentales “Tema Otoñal” y “Delirio”.
El 27 de agosto de 1978, se desplomaba en el escenario de CAÑO 14, mientras atinaba a decir “¡Mi violín!”.
Supo morir en su ley.
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